lunes, octubre 09, 2006

Bolivia, el país que me duele

La semana pasada, nuevamente Bolivia fue noticia por unos enfrentamientos entre dos sectores de trabajadores mineros, en la ciudad minera de Huanuni, en el departamento de Oruro, estaba leyendo el diario cuando vi la nota "un enfrentamiento entre dos sectores de mineros, en el que había varias personas muertas y muchos heridos"; (ésta una nota con la misma noticia) cuando vi las imágenes, me puse triste, de seguro cualquiera que las vio se puso mal, me dolía el hecho de que parecía que nada se podía hacer, no estoy muy interiorizada con el trasfondo del problema, solo sé que vi, personas jóvenes, incluso mujeres que corrían, lloraban, la lucha de pobres contra otros pobres, seguro que ninguno de los dos tiene toda la razón como de seguro ninguno de los dos sectores está pidiendo y luchando por algo injusto, pero de algún modo pude comprender la bronca que sentían. Porque cuando fui niña viví en un centro minero y tengo noción de cómo es la vida en los centros mineros, quizás alguien que no vivió en esos lugares dirá: los mineros son todos unos locos, siempre fueron locos y ellos siempre quieren arreglar sus cosas siendo violentos, poniendo y haciendo explotar dinamitas (a propósito tengo otra historia para contar con respecto a esos explosivos, de cuando una vez casi morimos por causa de dichos explosivos-- estoy llegando a pensar que como dice mi amiga Mónica, mi vida realmente fue de películas, aunque todo se deba al hecho de que tuve unos padres jóvenes y aventureros-- familia de gitanos como a veces les digo jaja), volviendo al tema quizás quienes piensen en la locura de los mineros puede que tengan en parte razón, los mineros, suelen ser algo locos, pero cómo no estar locos si todos los días en tu trabajo, estás enfrentándote a la muerte? o ¿viendo a tu amigo morir en una explosión y al día siguiente seguir trabajando como si nada hubiera sucedido? imagino que situaciones así a cualquier ser humano lo alteran.
.
Chorolque, ahí fue donde viví unos cuantos meses, dicen que es el campamento minero más alto, el cerro mide cerca de los 5.600mts de altura y el campamento minero donde se vive está en los 4.800 mts; vivir en esas alturas, es realmente un desafío, es muy frecuente allá que mueran los bebés, de hecho creo que las parturientas para tener sus hijos van a otra ciudad, para que sus hijos al nacer puedan vivir, porque muchos mueren si nacen allá y no es que esté exagerando, realmente es así, no hay flores ni jardines, creo que ni los perros existen ahí, la temperatura llega ha ser de hasta 20ºC Bajo Cero, corre muchísimo viento que a los niños para ir a la escuela solían decirles, que había que ir atados en soga, o si el viento soplaba muy fuerte, tenían que sentarse o abrazar un poste, porque sino el viento te llevaba y como se está en la montaña uno puede llegar a caer y caer; y así por el viento caer por la montaña.
Cuando a veces mi mamá nos mandaba a buscar el pan, teníamos que ir hasta la panadería que quedaba un poco más arriba en la montaña, quizás 50 metros más arriba, no podíamos subir sin hacer un descanso, una porque no estábamos aún adaptadas a esas alturas y nos faltaba el aire entonces descansábamos, respirábamos un poco y luego seguíamos caminando, y el cuerpo siente falta de oxígeno que uno se agita enseguida. Pero, no solo era el frío aterrador y viento fuerte que asustaba de aquel lugar, sino más bien, lo otro, las muertes que sucedían dentro de la montaña, porque era muy frecuente el sonido de la sirena del campamento, y el repicar de las campanas que indicaban que había ocurrido un accidente, y los accidentes eran que en las explosiones algunos pudieron quedar atrapados u otros con una suerte no mejor, morir destrozados por alguna explosión; si estábamos en la escuela y se oía la sirena era feo ver a mis compañeritos que eran hijos de mineros, porque todos quedaban pensando si no podían ser el papá de alguien que haya muerto en esa explosión, entonces salían las esposas de los mineros a ver si sus esposos salían del socavón, y al que había muerto, pues con suerte se lo traía en unas bolsas, que horrible realidad la de los que viven allí, mi caso era distinto porque mi papá era docente así que eso no le iba a suceder, pero hoy me pongo a pensar en mis compañeritos de entonces, y qué feo vivir así verdad? aunque me temo y estoy más que segura que alguno de ellos se hicieron mineros, aunque ahora los centros mineros ya no funcionen como antes, sino más bien ya son pocos los que quedaron, pero quien sabe en una de esas alguno de mis compañeros se quedó allá, porque mineros, creo que solo se animan ha ser los hijos de mineros. De lo contrario, habría que estar algo locos y ser un poco suicidas, para ser mineros en esas minas, con apenas unos cascos, lámparas y dinamitas (al margen de esto, mis dos abuelos locos, también fueron mineros, bueno dicen que eso apenas cuando mi papá tendría como 3 años y mi mamá aún no naciera, pero que ninguno de ellos soportaron el vivir así, y partieron hacia otros lugares y medios de vida).
.
Con mis hermanas y mi mamá apenas llegamos a vivir en Chorolque medio año, no pudimos soportar una vida así. Y por una cuestión de preservar la vida de mi mamá fue que tuvimos que dejar a mi papá solo allá y nosotros regresar a nuestra casa en Tupiza. Creo que tuve la suerte de tener unos papás muy osados y jugados, porque esas cosas que viví de chica son las que me prepararon para yo poder decir.. puedo vivir donde sea, Y así lo creo.
Cuando tuvimos que venirnos de allá, fue porque un día que si mal no recuerdo fue para el día de Santa Bárbara, mis padres decidieron escalar la montaña, costumbre del lugar era que para esa fecha los que se animaran subieran hasta la cima de la montaña, y ellos recién llegados, no bien adaptados decidieron escalar la montaña y así mi papá, mi mamá, y los dos hermanos de ellos subieron los cinco mil y tantos metros, logrando llegar a la cima, (ahora que lo pienso la pasión por escalar montañas, parece que viene en los genes); pero cuando bajaron mi mamá enfermó, y desde entonces no podía respirar y el médico le dijo que si quería seguir con vida una vez por semana tenía que bajar hasta la otra ciudad que estaba a menor altitud, para respirar y oxigenarse, por unas semanas estuvo haciendo eso, viajando para respirar, pero los caminos de viaje también eran muy peligrosos y estaba pasando que a medida el frío se acentuaba nos íbamos a ir enfermando, yo por ejemplo ya estaba quedándome coja de las inyecciones que recibía por los resfríos. Entonces decidimos abandonar esa ciudad y regresar a vivir solas en nuestra casa en Tupiza.
.
A decir verdad, nunca pude comprender bien, cómo es que la gente allí, se acostumbró a vivir así, tal vez es que ellos no tenían otra alternativa que vivir como mineros porque no aprendieron otra cosa que ser mineros, y las mujeres no aprendieron otra cosa más que ser esposas de mineros, que si quedaban viudas cosa que a todas creo que les pasaba, porque no recuerdo haber visto allí ancianos, no les quedaba otra que trabajar como palliris, que son las mujeres que están picando las rocas y seleccionando los minerales, e incluso algunas hasta llegan a trabajan dentro de las minas, como los varones.
Hay un libro que un día de estos lograré comprarme "Fuego en el Hielo", hasta ahora no logré conseguirlo por la web, pero supe de él por esta Web http://www.communitymining.org/testimonios.htm, imagino que el libro debe estar muy interesante para leer porque es testimonial; y les dejo algunas imágenes para que tengan idea cómo son esos lugares en este otro link
algunas imágenes; si ven éstas imágenes, podrán ver que imposible encontrar ricos que estén allí peleando por riquezas, más bien todo lo contrario,y por eso y por tantas cosas más, de acá a la distancia, Bolivia, parece que por mucho tiempo más seguirá siendo el país que me duele, no solo porque si bien mis recuerdos de niñez están allí, sino también porque conozco a su gente.

3 comentarios:

Estido dijo...

Al minero le duele la muerte, pero no le teme. Cómo podría temerle si trabaja en una tumba, si en vez de aire respira muerte, si le es indiferente el infierno, porque lo visita a diario y, además, tiene la osadía titánica de robarle riqueza al diablo.

Los que lean tu relato podrán darse cuenta de lo dura que es la vida de esa gente valiente. Y, ojalá, esos lectores también se conduelan. Fácil es juzgar con el estómago lleno.

Un abrazo.

Gabriel dijo...

TRSITE, REALMENTE TRSITE ESOS MOMENTOS YO CAMBIARIA LA PALABRA MINERO POR: PADRE, HERMANO, PRIMO, ESPOSO

Lilian dijo...

Es cierto Estido, el minero no le teme a la muerte, está tan familiazado con la muerte que no le teme, pero si le duele la muerte no crees?
Gracias por visitar mi Blog

Gabriel es que el minero es eso, también es padre, hermano, amigo, esposo, y su dolor, también es el dolor de la familia.
También gracias por dar tu paseo por este blog.

Saludos!!

Visitando a AQD

Visitando a Claudia

Conociendo Lugares

Me Visitan desde

sos el visitante Nº