A lo largo de mi vida, conocí mucha gente, muchas familias, muchos amigos, conocidos etc.. y he notado que los adultos muchas veces no somos sinceros en los afectos, o no siempre decimos lo que sentimos, tal vez por esa cosa que como adultos tenemos que no nos permitimos ser genuinos, tal vez por temor a que alguien se burle de nuestros sentimientos los adultos perdimos esa inocencia que tienen los niños y a veces nos avergonzamos de decir lo que pensamos o sentimos; a mi me pasa.. trato de pensar lo que voy a decir que entre lo que pienso muchas veces digo, esto no debo decirlo porque quedaré como una tonta.
Pero los niños no son así, ellos dicen, sin temor, y sin prejuicios lo que les pasa por la cabeza e incluso lo que sienten.
Esta nena que tengo en mis brazos, me ha enseñado que las cosas que uno quiere hay que pedirlas que las cosas que uno piensa hay que decirlas y las cosas que a uno le disgusta también hay que decirlas.
Una vez ella me dijo, quiero ser una princesa, me gustan los vestidos de princesa, y en cada negocio que entrábamos quería los vestidos largos que tuvieran forma de vestidos de princesa; hasta que obviamente le regalé un vestido de princesa, y sin temor alguno el día que se lo dí se lo puso y no le importaba mostrarse con su vestido. Los adultos no podríamos hacer eso, tal vez podemos tener algún deseo loco y descabellado pero el miedo al ridículo no nos animaríamos a hacerlo realidad.
Pero los niños no son así, ellos dicen, sin temor, y sin prejuicios lo que les pasa por la cabeza e incluso lo que sienten.
Esta nena que tengo en mis brazos, me ha enseñado que las cosas que uno quiere hay que pedirlas que las cosas que uno piensa hay que decirlas y las cosas que a uno le disgusta también hay que decirlas.
Una vez ella me dijo, quiero ser una princesa, me gustan los vestidos de princesa, y en cada negocio que entrábamos quería los vestidos largos que tuvieran forma de vestidos de princesa; hasta que obviamente le regalé un vestido de princesa, y sin temor alguno el día que se lo dí se lo puso y no le importaba mostrarse con su vestido. Los adultos no podríamos hacer eso, tal vez podemos tener algún deseo loco y descabellado pero el miedo al ridículo no nos animaríamos a hacerlo realidad.
También es ella la que me dice que no cree en Papá Noel, pero que igual escribirá su carta porque su papá tal vez le compre algo si ve una carta, y claro por qué no intentarlo no?; a veces los adultos cuando vemos que algo es imposible ya nos damos por vencidos sin siquiera intentarlo.
Es ella la que me dice que me quiere y sé que es la persona más sincera cuando me lo dice, su amor es incondicional ly genuino, y cuando desea algo no lo oculta lo dice.
Esa inocencia de los niños es que la como adultos debemos buscar porque entonces nos animaríamos a soñar, a soñar que cosas que nos parecen imposibles pueden llegar a ser reales.
Es ella la que me dice que me quiere y sé que es la persona más sincera cuando me lo dice, su amor es incondicional ly genuino, y cuando desea algo no lo oculta lo dice.
Esa inocencia de los niños es que la como adultos debemos buscar porque entonces nos animaríamos a soñar, a soñar que cosas que nos parecen imposibles pueden llegar a ser reales.